Estos muñecos tejidos son objetos de apego ligados a la amistad, complicidad y compañía. Proporcionan protección, seguridad y consuelo a su dueño, convirtiéndolos en compañeros y confidentes de por vida.
En Japón, es usual verlos en las oficinas como recordatorio para respirar, sonreír y hacer una pausa, manteniendo el espíritu de niño que todos llevamos dentro.
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